LA MISTICA

12.08.2016 19:43

Indudablemente uno de los pilares de nuestra estructura leonística es la mística y acerca de ella, de su verdadero concepto y de sus alcances, nunca sobra recalcar.

 

La MISTICA es esa fuerza interior que supera todos los obstáculos que aparezcan; que nos impulsa hacia delante con mayor pujanza, para lograr los objetivos de nuestra causa; que nos mantiene inconformes porque día a día aspiramos a algo mejor; que nos permite ser severos para juzgar nuestras deficiencias y enmendarlas; que nos demuestra en cada compañero algo o mucho aprovechable a nuestra magna obra; que nos afianza minuto a minuto la convicción de que estamos en lo cierto y que hacia lo cierto debemos conducir a quienes dudan o desconocen la excelencia de
nuestra verdad; que nos infunde la conciencia del deber; que nos conduce plenos de satisfacción al lado de quienes requieren de nuestros servicios; que nos compensa por sí misma todos nuestros sacrificios y nos ilumina todos los senderos; esa voz interior que nos llama a donde se nos necesita;
que marca siempre el lindero entre el bien y el mal; que nos hace sinceros de toda sinceridad y honestos de toda honestidad; que nos alerta ante el peligro y nos mantiene vivos en la mente y en el corazón los principios fundamentales de ética personal y humana; que nos permite devolvernos de
mitad de camino y que nos señala el derrotero de la equidad y del equilibrio social; esa es la MISTICA que requerimos mantener latente, todos los que tenemos el orgullo de pertenecer a la más próspera y noble organización humanitaria del mundo, todos los que queremos merecer el galardón leonístico, ahora y para siempre.

Pero esta mística no surge por sí misma. Hay que producirla con acertada combinación de raciocinio y emoción y principalmente hay que mantenerla y avivarla en toda ocasión si se quiere que produzca los frutos de actividad que en todos los momentos requiere el Leonismo para progresar y enaltecerse.

 

El leonismo, como ideología de amor y caridad, es atrayente a todos los espíritus sanos que atisban el horizonte de las necesidades morales y materiales de la humanidad, para remediarlas en lo más posible.

El leonismo, cuya doctrina de amistad y de servicios atrae prosélitos cada vez en mayor número, gracias a la mística que infunde, ejerce gran influencia y fascinación en todos los hombres que tienen su mirada puesta en el mástil de las buenas intenciones y abren su corazón para cobijar con inmenso cariño a toda la desventura esparcida en los ámbitos.

El Leonismo nace al impulso generoso de dos propósitos: el, primero, ayudar a las clases menos favorecidas y el segundo, la amistad. Lo primero conlleva el ser económica y moralmente solvente, para estar en capacidad de devolver a la sociedad los excedentes que no necesitamos para una vida
decorosa.

El leonismo, por consecuencia no solo reparte dinero si no también ejemplo moral. Es disciplina que tenemos obligación de mantener para cumplir con uno de los deberes humanos, que impone el raciocinio derivado de las buenas costumbres. Esto crea hábitos sanos y es riqueza permanente, no efímera, que contribuye al aumento del bienestar progresivo de las condiciones de vida humana.

Como se ve, el leonismo, aun cuando nace de un ideal, cristalinamente puro, poseedor de dos facetas brillantes y tersas, se ubica en la realidad. No es utópico, no persigue la perfección como finalidad, sino que se amolda a las características humanas y deja el capítulos de la Fe y el Dogma a las
ideologías de carácter religioso; empero, si no  se desvirtúan sus principios, si mantienen incólume la esencia de su doctrina, alcanzará la misma duración de las propias necesidades por solventar hasta que estas se extingan.

Es pues calidad en los miembros basada en la fórmula de valor moral, valor intelectual, medios económicos, lo que ha buscado y debe seguir buscando el leonismo; y por ende, mientras mayores elementos de estas especificaciones encuentre, será señal inequívoca de que ha llegado para la humanidad la aurora radiante de un tiempo mejor.

El segundo propósito es la Amistad. La Amistad que pregona el leonismo es la fuerza que le da y mantendrá la cohesión indispensable para su existencia y, por consiguiente es el vehículo más poderoso para derramar todos los bienes y dones que el amor prodiga como obra maravillosa de su
propia naturaleza, con pleno desinterés y en el holocausto estupendo al sentimiento de renunciación en aras de la conservación de la amistad.
Porque la amistad es eso: renunciación equitativa; equilibrio entre lo que se recibe y lo que se da. Y no puede haber amistad cuando ha sido resquebrajada por la ventaja, que siempre daña. Esta sola condición obliga ineludiblemente a la selección. No hay convivencia posible donde hay desconfianza y recelo motivados por los antecedentes.

En el Leonismo hay que convencer y no imponer; y los que mandan están mayormente obligados a persuadir porque el ejercicio del mando en el leonismo es simbólico y únicamente obedece a la necesidad humana de que haya quien encauce, represente y dé forma y acción a las actividades
inherentes.

Los Leones no pedimos nada para nosotros mismos, pero sí entregamos nuestro esfuerzo, nuestros recursos y nuestros más nobles impulsos al servicio de la colectividad. Es por eso que hemos sentado como fundamento básico de la existencia de nuestros clubes, la obligación  de conciencia que tienen todo hombre de corazón bien puesto y que haya logrado una situación dentro de la
comunidad en que actúa, de devolver a ella, en obras de beneficio colectivo, parte de lo que ella misma generosamente le dio. La aplicación práctica de este concepto ha permitido que los Clubes de Leones realicen en todo el mundo obras de tanta envergadura que ninguna otra institución similar puede presentar un conjunto semejante de actividades serviciales.

Esta es la verdad del Leonismo. Cuanto más contemos nuestra historia, más gente interesada habrá. Cuánto más hablemos del leonismo, más se sabrá de él; recordemos que no estamos vendiendo, estamos comprando para nuestros pueblos, para nuestras comunidades,  y para nuestros países un poco de consuelo, de felicidad y esperanza para el futuro.

 

Por PID Enrique Fadul Estefan